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YEMEN

Situación

A pesar de que en Yemen el año 2015 acabó con una relativa calma, el violento conflicto desatado en marzo del año pasado está lejos de solucionarse. De acuerdo con los datos de la ONU, en los enfrentamientos entre los rebeldes hutíes (un grupo insurgentes zaidí chiíta) y las fuerzas gubernamentales apoyadas por la coalición liderada por Arabia Saudita, han muerto ya casi 6.000 personas.

El 15 de diciembre, entró en vigor un alto el fuego coincidiendo con el inicio de las negociaciones de paz en Suiza, con la mediación de la ONU. No obstante, las conversaciones se acabaron cinco días después y el 2 de enero, la coalición de Arabia Saudita anunció oficialmente el fin de la tregua, que para entonces había sido violada por ambas partes del conflicto. Aunque inicialmente se preveía que las negociaciones se reanudarían el 14 de enero, posteriormente fueron pospuestas hasta después del 20 de enero, pero sin precisar la fecha exacta.

A pesar de que los hutíes llevan gran parte de la responsabilidad por desencadenar el conflicto, la campaña saudita solo consiguió escalar la violencia y resultó contraproducente en gran medida, denuncia ‘Foreign Policy’. Además de las víctimas humanas, la guerra ha destruido la ya débil infraestructura del país, ha profundizado las divisiones políticas y ha introducido las ideas del sectarismo donde antes había pocas o ninguna. Asimismo, el conflicto supone una amenaza para la seguridad de Arabia Saudita al fomentar el crecimiento de las redes de terroristas como Al Qaeda y el Estado Islámico, advierte la revista.

“Para que la paz pueda existir en Yemen, se necesitará al menos un consenso entre Arabia Saudita e Irán”, comentó a ‘Time’ Farea Al-Muslimi, un analista yemení y académico visitante del ‘think tank’ Carnegie Middle East Center.

Por otra parte, la ICG advierte que incluso si la ONU consigue negociar un acuerdo para poner fin a los combates, “el camino hacia una paz duradera será largo y difícil”. Sin un avance importante, el país seguirá descendiendo hacia la desintegración, la fragmentación territorial y la violencia sectaria. Esta trayectoria podría tener graves consecuencias para la población yemení y también socavar la seguridad en los países del Golfo, sobre todo en Arabia Saudita, causando una nueva crisis de refugiados y alimentando la radicalización en la región para beneficio de violentos grupos yihadistas, opina la ONG.

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